El avistaje del Aguila Poma en Calilegua Escrito por Nicholas Earnshaw Mientras mi Papá pasaba toda la mañana buscando una lente de su camara, yo me había adelantado con el grupo más experimentado al frente. Era mi primera vez en un bosque montano y no creo me pude haber llevado una mejor primera impresión. Nuestro primer hallazgo insólito fue el canto de una lechucita pigmea o Caburé Montano (Glaucidium jardinii) que, hasta hace algunos meses, era desconocida en territorio argentino, y por lo tanto no se encuentra aún en las guías de identificación. Aunque pasamos un buen rato repitiendo grabaciones de su voz, no hubo respuesta. Pero a lo lejos se veía un gran alboroto creado por aves pequeñas; seguramente a causa de nuestro Caburé. Pocos momentos después, en el mismo lugar, cruzó una bandada de Vencejos, a vuelo muy bajo (considerando la distancia a la que casi siempre se los ve); fueron identificados como otra ave recientemente descubierta en nuestro país: Aeronautes montivagus (le decíamos Vencejo Montano pero ese nombre no es nada oficial). Bastante más adelante el camino se hacía paralelo a un
arroyito que corría por un pequeño cañadón
de 2 o 3 metros de profundidad. Desde sus profundidades se escuchó
un casi inaudible "pip" que seguramente habríamos pasado de largo
si no fuera por la reacción de Germán. Instantáneamente
supo exactamente de lo que se trataba y comenzó a grabar la voz.
Nuestro play-back tuvo resultados casi inmediatos. El claro causado
por el cañadón era interrumpido por una densa maleza colgante,
la cual nos tapaba la visión del, para mí (ya que pareciera
que todo el grupo sabía de que se trataba), misterioso cantor.
Nos amontonamos en una muy compacta masa mientras esperabamos que el furnárido
se asomara por la única y mínima ventanilla que teníamos. Frente a nosotros había un tronco caído que bajaba más
o menos metro y medio hacia una aparentemente segura plataforma en la ladera
del cañadón; desde allí podríamos verlo sin
tanto estorbo de la maleza. Entonces los más aventurados nos
hicimos camino a través de la multitud y bajamos por el resbaloso,
podrido y quebradizo tronco del cual, en ese momento, dependían
nuestras vidas. Llegamos hasta la plataforma, que resultó ser una
trampa mortal ya que no solo era empinada y resbalosa sino que casi no
entrábamos los cuatro (Germán, Diego, Kini y yo) y fuimos
forzados a adoptar las posiciones más inusuales y peligrosas imaginables.
Yo estaba agachado con una pata colgando hacia el vacío, la otra
en el barro luchando constantemente por no resbalarme, una mano aferrándose
de una raíz embarrada y la otra tratando de mantener estables a
mis pesados binoculares mientras me inclinaba lo más posible hacia
el vacío. Finalmente el Macuquito se vio, y no creo que se
pudo haber visto mejor; extrañamente pareció que todo el
riesgo valió la pena y pude salir de mi inusual percha para ceder
el lugar a otros, si milagrosamente no caía en la subida... Caminábamos algo cansados y ya satisfechos por el Caburé
y los Vencejos. De repente alguien dio el tan ansiado grito
-"¡¡¡Rapaz!!!"- Instantáneamente todos lo teníamos
en la mira. No me parecía muy grande; una mirada más
detallada reveló que no era más que un Carancho Juvenil...
Apenas más grande que los que hay en Buenos Aires. Estaba
por comunicarle al grupo mi desconsolada conclusión cuando Germán
dijo en un tono casi incrédulo -"Isidori... Oroaetus Isidori" y
ya gritando -"!Oroaetus!!Oroaetus isidori!.. no.. no puede ser!". En ese preciso momento alguien me dio la noticia: "Ya me acuerdo como se llamaba... era un Aguila Poma... o algo así". ¿QUE? ¿Ese Carancho algo crecidito era una de las águilas más grandes, poderosas y escasas del mundo? ¿Había pasado ante mis ojos y no tenía idea de que se trataba? Germán, tras haber vuelto de buscar el walki-talki repetidamente intentó comunicarse con Hernán para avisar del avistaje, ya que dedujimos que se dirigía en su dirección. Pero no pudimos hacer contacto, quizás se había roto en la caída al suelo... Germán intentó gritarle, ya que el Monolito no quedaba tan lejos (el camino era muy sinuoso) "¡¡Hernán..., Aguila Poma!!" pero sin resultado. Nos quedamos un rato en la esquina... fingíamos que era para reponerse de una corrida de unos 300m a 1.700msnm con mochila y todo. Pero secretamente todos teníamos la ilusión de que el Aguila regresara por el mismo lugar por el que se fue... pero todos sabíamos que era un delirio y que tal deseo nunca se cumpliría, sabíamos que jamás la volveríamos a ver. Pero de vez en cuando... muy de vez en cuando esa clase de deseos se cumplen. La Poma volvió volando en círculos cada vez más cerca. Se saco una foto aunque no muy buena; aún asi nuestro recuerdo sigue vívido: se veían los característicos parches claros en el ala, la cola blanca con una franja negra, e incluso el pecho canela con el grueso barrado en el cuello; todo a la perfección. Me arrepiento de mi previa descripción de "Carancho juvenil algo crecidito" ya que el segundo avistaje reveló todo lo contrario: el ave era inmensa, gloriosa y fascinante... La Poma pasó directamente encima de nosotros. Y al mismo tiempo se cruzó un Taguató Negro, una especie de Aguilucho que siempre quise ver y era uno de mis principales objetivos en este viaje, pero apenas le di un vistazo y luego lo ignoré por completo ya que había algo mucho, mucho más glorioso, escaso e imponente a la vista. Una camioneta pasó y se detuvo a investigar la causa de nuestra
fascinación. Alguien bajó y preguntó qué
veíamos; -"Oroaetus Isidori"- respondió alguien -"nunca vas
a volver a verlo en tu vida!"- Dijo otro. Al ver que nuestra extrema
alegría era provocada por algún Carancho algo crecidito,
no sé qué habrá creído de nosotros, pero se
disparó hacia la puerta de la Eventualmente el ave se desvaneció en la dirección opuesta de la que provino y supimos que otro regreso sería imposible, no solo para este viaje sino por el resto de nuestras vidas. Germán otra vez intentó comunicarse, esta vez sólo
para burlarse de Hernán quién no la había visto. Extrañamente
esta vez el artefacto funcionó y Hernán dijo sus palabras
triunfales: "Me arruinaste el día" (en tono depresivo). |